martes, 8 de julio de 2008
Más que mi antojo
Tengo sueño, mi vida, déjate dormir, y déjame a mí también llegar a tu sentir. Vivo bien, estoy mejor, pero quiero que nos entreguemos a lo que es de Dios: amor. Ha llegado la noche, y hemos derrochado mucha energía, y ahora nos toca renovar las caricias. Vamos a llegar tranquilos, vamos a ser nosotros, y nos entenderemos claramente aunque nos llamen locos. Nos damos abrazos y millones de besos, y nos alimentamos como si fuéramos quesos. Quizá somos alimento, pero nos damos mucho más: cualquier demanda logramos saciar. Estallamos de alegría, y así lo manifestamos, y por eso más que hermanos nos llamamos. Nos subimos a la rueda de la emoción permanente, y nos alegramos siempre de estar en la misma vertiente. Hemos aglutinado experiencias y plenos entendimientos, y nos enfrascamos en mil y un sucesos. Estamos en la noria de la apetencia continua, y nos congratulamos de ser una mutua locura. Yo te canto de noche, y te musito de día que eres mi estimación y mi vela encendida. Te sueño, mi bien, te pienso sin cesar, y a ti te aprieto sin poder parar. Has otorgado un buen premio, y aquí lo recojo, y, digan lo que digan, eres más que mi antojo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario