lunes, 7 de julio de 2008

Reclamo

Vuelvo en un minuto para abrazarte, para besarte, para pedirte disculpas por no dedicarte más tiempo. Me tienes enamorado, locamente aturdido, voluntariamente atrapado. Eres mi sol y mi sombra, mi tierra y mi mar. Creo que no hay un asunto que sea más mi buen negocio. Pienso mucho en ti. Eres mi adivinanza. Te cuento sin narrar nada que eres mi amigo, mi necesidad satisfecha. Tienes carta blanca. Acabo de pedir la copa que embriaga. No la consumiré, pero me emborrachará. No sé lo que ha pasado. No era para tanto, pensaba, pero lo es. Has llegado sin precipitaciones. Me entero ahora. Me has empujado hasta el límite de la felicidad, y en ella estamos. Vamos hacia una casa que recuerda los sueños. Existes con tiendas gigantes de amor que solo tú recuerdas y produces. Me vuelves loco. Desayuno contigo, como contigo, y también ceno. Echo de menos lo que realizas, sobre todo cuando no veo tus juegos aún torpes. Te has ganado el pan en este despertar precioso. Tus maneras sencillas se muestran como un consejo permanente de paz, de “concordia” y de tranquilidad. Cierro un trato no escrito y creo en lo que hago. Sea como fuere estaremos todos los días en el mismo encierro. Cuidaremos de unas razones que nos otorgarán una comodidad perfecta. Tengo un pasatiempo que me regala travesuras y una mente despierta. Tu confianza es plena, aunque no cultivas la memoria. Hemos calado fuertemente en los sentimientos, que se hacen más mutuos, más nuestros, más propios. Te recuerdo como algo pensado, y que ahora me devuelve cualquier tipo de pago. Hemos asumido una esperanza que se marcha para fomentar otra mayor. Nos hemos dicho cosas correteando, murmurando, testimoniando con gestos unos mensajes de cariño infinito. Nos conocemos y somos en una historia que se introduce con escuadra y con cartabón. Nos conocemos y mejoramos una imagen que nos invita a hablar y a estimar. No dejaremos de ser valientes en las demostraciones de una querencia superior. ¡Anda, hijo, dame un abrazo!

No hay comentarios: