miércoles, 9 de julio de 2008
Sin control
Canto a la orilla de un río, el que tú inundas con tus pestañas, con tus lágrimas, con tus heridas, que yo sano, que me hacen resucitar de una miseria ostentosa. Desgrano mis posibilidades y me coloco en mitad de una apuesta que es herida y sensación diversa. Hemos respondido mientras hemos repasado, y ahora nos balanceamos en busca de una caricia emocionada, en suspenso. Las invitaciones son todas, las que son, las que vienen, las que proponen un aviso que es memoria con pasatiempos increíbles. Hemos sido en la diversidad de unos elementos que nos responden con avaricia y con bolsas de basura. Debemos entender lo que se dice, lo que afirmas, lo que devuelves a una sociedad que tiene sed de lo bueno y de lo malo. Las conclusiones nos alcanzan con perniciosas ambiciones que nos elevan a la categoría de un dios menor. Tan pronto estamos bien como estamos mal. No controlo.
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