Volamos hacia ese nido
que construimos
cuando éramos
unos indocumentados dichosos
por las soluciones
de una naturaleza aliada.
Tuvimos mucho,
más de lo necesario,
pero, en esa coyuntura,
no nos dimos cuenta
de casi nada.
Advertimos solo a medias
las intenciones
de un futuro caprichoso.
Pedimos un billete
de vuelta
a la situación
de una calma chicha
que no dio brillo
a unos ojos
que siempre persiguieron
la irrealidad.
Te tuve, te perdí,
te seguí, y no di
con la razón
de una existencia maravillosa.
Los sentimientos
nos ofertaron unas cautelas
de pensamientos consentidos.
Percibimos que el todo
fue consecuente
con las hermosuras existenciales
y casi enteras.
Te sigo queriendo mucho,
aunque ya sé
que no hay regreso
a ese universo rosado
con estrellas azules.
Suspiro.
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