martes, 8 de julio de 2008
Te entrego mi halago y mi amor
Busco el diálogo, el entendimiento, el que nos modelemos con compromisos y entre mayorías y minorías. Hablamos el mismo idioma, y, por lo tanto, podemos. Ahora digo que debemos. Estamos en el bando de los antepasados, y no podemos abandonarlo. Sería una frustración, una muestra de impotencia, un dejar perder…nos. Revolvamos los elementos y busquemos ese atajo que tanto tiempo nos ha esperado. Vislumbremos una esperanza. Hay un proyecto realizable, posible, deseable, que no me quiero cuestionar. Mayestáticamente asumiremos el reto, y podremos. No dejaremos que la inacción nos lleve a la impotencia como modelo de existencia. Me aplicaré con intereses colectivos que revertirán en lo individual. No vamos a discutir. Si no hacemos nada nos quedaremos en un cajón de recuerdos que solo nos propinarán dolor. Estamos listos para un avance interesante. Las vejaciones no deberán ocultar los testimonios de la esperanza, que sigue ahí con sus demostraciones de poder. Estamos intensamente motivados. Hemos corregido la onda y logramos expandirnos sin una moral de derrota. Nos quemamos. Hemos extendido unos avisos que nos refuerzan. No permitamos que otros basen su textura y su poder en la violencia. Lo peor que podemos hacer es callarnos, no hacer nada, no frenar esa ignominia. La miel nos ha llegado a los labios, y ahora toca saborearla, y compartirla. Corazón, amiga, compañera, espero ser tan grande como tú, o, al menos, merecer tus mensajes, tu tiempo, tus dones, tu búsqueda de un empate técnico para ganar. Te pretendo, y en eso me reconozco. Te entrego mi amor.
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