lunes, 7 de julio de 2008
Una corriente de ocasiones
En la vida, conviene definir los “problemas” y comprender los sentimientos, fomentando, cuando sea menester, las opiniones de los demás. Ante la duda, pidamos la descripción de los hechos y de los datos sobre el “tema” en cuestión. El consejo debe ser revisar y enfocar los asuntos para aclarar y resumir las posiciones y las posibles alternativas. Ello nos servirá para orientarnos hacia el objetivo principal. Si reconocemos los “valores” de los otros, conseguiremos su cooperación. Otro consejo es pedir opinión al grupo en torno al desacuerdo entre miembros. Paralelamente, si resumimos los progresos alcanzaremos las soluciones. Siempre que podamos nos comprometeremos a aceptar las propuestas definitivas. No es malo que busquemos y concretemos resoluciones y que, al mismo tiempo, pactemos métodos de seguimiento de las iniciativas adoptadas. Debemos definir los asuntos que tratamos, y hacerlo claramente, sin largas intervenciones, sin salirnos de lo perseguible, sin divagar, sin llegar a los enfrentamientos en acaloradas discusiones. No son aceptables ni las sumisiones, ni las indiferencias, ni las persecuciones de ciertas ideas, ni las bromas pesadas. No seremos ejemplares si no hallamos soluciones determinadas a coyunturas reales. Evitemos valoraciones personalistas. Estimulemos las libertades de criterio, de pensamientos, de expresiones. No impongamos nuestras maneras de ver y de pensar. De hacerlo, bloquearemos las posibilidades de salir adelante con nuestros fines. No nos encerremos en banda. Busquemos intereses comunes, que hemos de expresar de manera concisa, concreta y clara. Digamos lo esencial, y luego lo deberemos complementar con lo accesorio, con lo secundario y/o con lo complementario. Distingamos lo prioritario de lo que no lo es. La anécdota no ha de ser elevada a la categoría de común. Es bueno, asimismo, que preveamos tensiones para soslayarlas. Coloquemos a nuestros invitados y amigos en el lugar que les corresponde, y, sobre todo, teniendo en cuenta su talante y como se llevan entre sí. El lema será no caer en la rutina. Espaciemos los riesgos y los líos, y vayamos poco a poco solucionando los posibles descubiertos comunicativos. Recurramos a todas las probabilidades e instrumentos y hagamos cuantas aportaciones sean precisas. Lo colectivo ha de imperar frente a los intereses egoístamente individuales. Resolvamos todo lo que podamos sin una confrontación abierta. La “cualificación” no es solo un don: se adquiere con paciencia y con experiencia. No admitamos tampoco los vacíos ni aceptemos un no por respuesta. Todo llega si sabemos plantearlo y esperar. La vida es una corriente colmada de ocasiones. De nosotros depende el aprovecharlas. Pongamos orden a nuestras existencias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario