viernes, 11 de julio de 2008

Vencido y sin valor

Me has vencido. Lo reconozco. Me da igual. Todo se ha ido al traste. Las víctimas ya tienen un compañero más en ese viaje hacia la nada: sí, soy yo. No me importa nada. Las vueltas que me has regalado me han determinado tan loco que no alcanzo a entender lo que sucede. Me he divertido tan poco contigo que la pena me devora el cuerpo y lo convierte en una quimera arrimada al árbol menos adecuado. Soy una piltrafa, una mentira piadosa, un revuelto sin entendimientos, un cansancio antes de comenzar, un hastío en el desierto, un desastre con preferencias poco agradables. Me insultas con tus caricias, que me imponen una moralidad frágil, casi inerme. Me has hecho tocar fondo, y me envuelvo con un papel de plástico que ahoga mis ideas, apesadumbradas en la larga sala de espera, que es estéril y seca. Has roído mi corazón, que ya no te ve como una diosa. Soy el penúltimo de una estirpe venida a menos. Ya nada tiene sentido en esta ruta sin direcciones. Saludamos la voluntad y advertimos su impotencia. Lloramos con la cebolla que hemos plantado, abonado, visto crecer, arrancado y saboreado casi a la fuerza. Valgo todo, que hoy es nada.

No hay comentarios: